miércoles, 4 de enero de 2012

Comentario de un Anónimo.

Me gusta, y lo coloco en portada para que nadie se lo pierda.



Anónimo dijo...

El mundo del papá futbolero es apasionante y adictivo. Es más, pienso que se deberían habilitar granjas terapéuticas para su desintoxicación… pero eso es otro rollo. Todo comienza cuando coges al pequeñajo y lo apuntas al equipo de fútbol de tu barrio. En muchos casos, ni los esfínteres controlan con soltura. Lo primero que juegue al fútbol, y ya dejará de mearse encima. El caso es que cuanto más ...joven, mejor.

El primer día que vemos al pequeñín disfrazado de Zidane, algo parecido a un playmovil, no podemos evitar derramar alguna que otra lágrima. Lagrimita de emoción, de felicidad, de ambición recién estrenada. Y de repente, y sin dudarlo, empiezas a gritar sin el más mínimo pudor, (porque tienes público a tu lado), las primeras gilipolleces: ¡Qué crack!, ¡Cómo le pega con la zurda!, ¡Que huevos le echa el hijoputa!. Y es ahí, justo ahí, cuando tiene lugar la terrible metamorfosis de esos papás, que justo unos días antes resultábamos ser ciudadanos ejemplares.

A partir de ese día, no te pierdes ni un solo minuto de las infumables sesiones de entrenamiento que los pobres chavales realizan. Normalmente, y en el mejor de los casos, son tres sesiones semanales. En esos entrenamientos te sientes como un reportero naturalista de los documentales de la 2, que observan, con infinita paciencia, el desarrollo de cualquier hecho animal. Pues así somos los papás. Captando las evoluciones de nuestro pequeño vástago. Oteando sus movimientos con absoluta complacencia. Entregados al momento. Enseñoreados con sus correteos.
A todo esto, la ilusión crece por días. Pasa el tiempo, y el fútbol del niño acapara gran parte de tu vida y de tu conversación cotidiana. Te has gastado una auténtica pasta en equipamiento y promoción: botas, botero, chubasquero, chándal, balón oficial, sudadera etc...Todo de primeras marcas. Sin contar el champú, carnet, papeletas de navidad,sobre todo, cervecitas en el ambigús del campo. Muchas cervecitas. Todo eso, ahorrado e invertido en educación, nos daría para pagarles un master en Houston (EEUU) de 1 año de duración sobre Medicina Oncológica Nuclear.
Todo lo que huela a fútbol del niño nos motiva sobremanera, y nos seduce de forma extraordinaria. Así tu amigo de toda la vida te llama un viernes y te pregunta: ¿ quieres que salgamos el sábado por la tarde a tomar algo ?. Y tú siempre contestas: Bueno...es que este.. juega al mediodía sabes.. y…esto...los papás nos enrollamos y después quedamos y salimos...otro día ¿vale?.
Otra característica muy peculiar del grupo de papás futboleros, es que constituyen un auténtico lobby ante el club. Pueden destituir entrenadores, organizan los desplazamientos, influyen en las tácticas y alineaciones, y un largo etcétera. A pesar de todo, los clubs viven de los padres y lo saben. Y por eso los toleran.
Y mientras todo esto ocurre, la inmensa mayoría de los niños están pensando, mientras corretean tras el balón, en el último episodio de Pokemon y en qué coño evolucionó esta mañana o en la jugada molona del FIFA , o, simplemente, en los ojos inmensos de su compañera de silla en el colegio. Y el partido..., el puto partido de fútbol y toda su carga de dramatismo, le importa un carajo.

1 comentario:

  1. En algunas cosas discrepo del comentario. Puedo hablar de mi caso en particular.
    Mi hijo juega de los 4 años, durante este tiempo he conocido a muy buena gente. Tengo muy buenos amigos, te relacionas mas socialmente tanto los papas como los hijos. mi hijo no se pasa tantas horas delante de una consola o programa de televisión (cuantos papa y mamas cuando salen los niños del cole a las 5, a las 5:30 ya los tienen en casa jugando a la consola para que no les den la tabarra), hace deporte 4 veces por semana,( Os habeis dado cuenta de la obesidad infantil, mirad en el parque o en la playa y pensad, cuando yo era pequeño habia el tipico gordito el cabezon, el orejon y el gafotas por clase ahora hay muchos niños gorditos:) )....ojala cuando tenga 14 o 15 años siga asi, porque no estará en la calle que no trae nada bueno y así podría seguir poniendo ejemplos y ejemplos de lo bueno que es que tu hijo juegue en un equipo de futbol.
    Yo siempre lo recomendare, y no voy a valorar lo de los papas, porque cada uno conoce a su hijos mejor que nadie.
    Un saludo

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